Roomba 1.0

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Siempre fui muy moderna, lo mío nunca fueron las escobas. Esos palos del demonio con esas cerdas me recordaban demasiado a las que usaba mi abuela. Mi madre se pasó a los palos de aluminio y los cepillos de goma pero seguían sin parecerme un instrumento demasiado útil.

Probé suerte con las aspiradoras pero me resultaba muy incómodo tener que llevar el depósito por un lado y la boca de aspiración por otro, además eran pesadas y, en mi pequeño apartamento, no encontraba un sitio para dejarlas recogidas así que siempre andaban por medio haciendo que me enredara en el cable y acabara cayendo al suelo.

Una noche, desesperada, sola y borracha, me enganché a la Teletienda y allí estaba ella, tan redondita, tan silenciosa, tan fácil de guardar y de usar…sólo había que programarla y ella hacía todo el trabajo, por fin podría relajarme. Tecleé frenética el número que apareció en pantalla y veinticinco tonos después, una hora en línea con el 807 de turno y 500€ menos en la cuenta bancaria, ella era mía.

Apareció a la mañana siguiente, cuando mi resaca me había hecho olvidar lo que pasó la noche antes. El mensajero llamó a mi puerta con un par de timbrazos, porque el cartero siempre siempre llama dos veces y porque el alcohol que aún corría por mis venas, me hacía andar al ralentí. Con sonrisa profident y escrutando de arriba abajo mi pijama cargado de gatos negros y sombreros de pico, depositó la caja en mis manos bisbiseando un leve «que la disfrutes» que bien podía parecer que acababa de entregarme un consolador -cosa que, mirándome como me había mirado, es posible que pensara que también necesitaba-.

Dejé la caja sobre la mesa del salón esperando que mi cabeza se despejara y llegara la hora propicia para usarla. Por muy silenciosa que fuera, no era conveniente usarla al mediodía, tenía unos vecinos de costumbres y no sería la primera vez que aporreaban mi puerta descontentos con mis actividades.

Llegado el momento, la saqué de su envoltorio. Descarté el manual de instrucciones, era tradición familiar que el único que los leyera fuera mi padre y, en ese preciso momento, no creo que le hiciera gracia que lo despertara para que descifrara el jeroglífico del funcionamiento de mi nuevo juguete. La puse en el suelo y apreté el botón que, como si alguien hubiera adivinado mi torpeza, tenía escrito en negrita ON y me quedé por unos segundos mirándola girar por el parquet.

Su llegada al balcón fue la señal definitiva. Tomé aire con fuerza y con un salto digno de medalla olímpica, me situé sobre ella justo en el instante que el riel del ventanal hacía de catapulta. Ambas salimos graciosamente sorteando los geranios que dormitaban en la barandilla, mientras dignamente acomodaba mis pies sobre su redonda superficie. Mi cuerpo se tambaleó en el aire haciéndome creer que acabaría rompiéndome la crisma en el asfalto hasta que conseguí acostumbrarme al movimiento circular de mi nueva compañera de aventuras.

Fueron a penas unos minutos. De nuevo en casa, encendí mi bola y escribí un mensaje corto a mi madre:

«El vuelo en Roomba es mucho más divertido que en escoba y ocupa mucho menos. A ver si vienes, me traes puchero y te enseño a usarla. A ver si te vuelves una bruja moderna 😉 😉 «.

 

37 Comentarios

  1. ¡Qué relato tan simpático Beatriz!, yo también tengo una roomba en casa que me facilita ciertos aspectos domésticos, y me encanta salvo a mis perros, que no les gusta nada el ruidillo que hacen. La mía habla en francés, con una voz femenina muy sensual, y no hay manera de progarmarla en castellano, sobre todo cuando dice que la ponga a cargar, suena tan bien que parece que dijera:”Voulez vous coucher avec moi ce soir?…como dice la canción “quiere usted acostarse conmigo esta noche?
    Claro que la mía no vuela como la tuya ¡brujilla!

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  2. Que buen relato Beatriz, estoy tentada a comprar uno de esos aparatos para evitar que mi pobre marido use la escoba. Él no quiere ese compañero le gusta barrer, así que le dejo a su aire y puedo decir que tengo un brujo con escoba. Un abrazo.

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  3. Hola Beatriz,
    Muy entretenido y divertido.
    Me tenias en ascuas que seria lo que tu protagonista ordenó por teletienda.
    Mira que puntada, resultó ser una bruja muy moderna.
    Saludo

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  4. Hola Beatriz

    Un relato divertido que me ha hecho pasar un rato agradable.
    Yo sigo prefiriendo la escoba aunque no sea tan cómoda, es más rápida y se viaja mejor!!!

    Saludos

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  5. ¡Vaya cómo nos has engañado, Beatriz! Me ha encantado, en serio. Jamás hubiera podido imaginar que nuestra protagonista fuera una bruja. Moderna, eso sí.
    Un saludo y mucha suerte.

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  6. ¡Qué relato tan ingenioso y divertido, amiga Beatriz! Me ha encantado comprobar cómo los avances tecnológicos han llegado hasta el universo de las brujas, ¡qué modernas ellas!, je, je, je.
    En verdad te ha quedado un texto muy simpático y original, escrito con tu elegancia habitual; gracias por compartirlo.
    Te deseo mucha suerte en EL TINTERO DE ORO.
    Un fuerte abrazo.

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  7. Hola Beatriz, mira que me he reído, sobre todo con esas ocurrencias tuyas, valiente consolador sería ese robot jeje. NI me imagino los equilibrios que debe hacer tu brujilla en el aire, por no tener donde agarrarse.. En mi familia ya hay quien lo usa al robot-escoba, y dice que su control es la pera, le limpia todo rincón que se aprecie. Muy ingenioso tu relato y entretenido. Un abrazo

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  8. Un relato divertido e ingenioso con final inesperado. Qué bueno que hasta las brujas se apunten a las nuevas tecnologías. ¡Gracias por las risas! :))

    Un abrazo y mucha suerte en el Tintero.

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  9. Ya me imaginé que algo de bruja tenía esta mujer en cuanto leí lo del palo de escoba. Realmente es un relato muy original.
    Suerte y un abrazo.

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  10. ¡Un relato genial Beitavg! Me ha encantado esa super bruja moderna. Creo que de tener que volar en escobas y demás, yo también escogería el Roomba. Lo tengo en casa y es una maravilla, jajaja. Espero que tengas suerte en el concurso. En esta edición me he quedado fuera por tardón. ¡Un saludo! ; )

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  11. Está muy claro que hasta las brujas necesitan adaptarse a los nuevos tiempos. Un relato entretenido con un divertido final. Suerte en El Tintero de Oro. Un abrazo, Bea.

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