Exaltación 2012

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Te regalo un sueño, María.

Con la venía de tus padres que te enseñarán a amarla, hoy quiero regalarte un sueño, pequeña María.
Tus ojitos apenas se han abierto a la vida, pero ya sabes lo que es un besamanos de nuestro Cautivo. La mirada de su Madre se posó sobre ti para colmarte de Mercedes y ya está nerviosa para acogerte el día veinticuatro de septiembre cuando, con tu medalla en el pecho, acudas a sus plantas. Has conocido tu primer vía crucis donde has podido ver que Él jamás estará abandonado porque un barrio entero le sigue y se rinde a sus plantas. Tus pequeños oídos han escuchado por primera vez los sones de Amargura desde el Teatro de la Maestranza en el primer domingo de pasión.
Pero el sueño continúa porque esa quimera es Sevilla y la gloria es una semana.
El domingo, cuando apenas haya llegado el medio día, vestida de guapa inocencia, conocerás una calle que tus padres ya conocieron allá por su viaje de novios, porque el Río de la Plata se traslada a Sevilla y se viste de gala cuando las palmas nos anuncian que las puertas de San Sebastián van a abrirse. La blancura inmaculada de tu piel se perderá en la blancura de un palio de malla con una bella reina bajo él. Y te regalará su Paz para que nunca falte en tu vida.
Los sones de Rocío mecerán tu carro como una nana de las marismas de Huelva de las que, no dudo, mamá te canta para dormirte (que bonito canta mamá, ¿verdad María?).
No será un domingo muy largo porque aun eres pequeñita, pero escucharás hablar de una burrita, de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, como tu entrada en la familia. Y mamá te dormirá contándote que el lunes es un día grande. Y a la vez que tu biberón, papá preparará el costal y la faja.
Esa mañana conocerás un barrio que se vuelve fiesta, verás capas negras sobre túnicas blancas planchadas con esmero. Y Candela, Alfredo y Ángela se vestirán de monaguillos, no te preocupes, el próximo año tendrás tu esclavina con  un pequeño escudo bordado con un águila, la de San Juan, ese joven que se queda solito aguardando con Santa Genoveva el regreso de la cofradía. Te darán mil besos, te mirarán con dulzura, pero ninguna mirada podrá superar a la de una madre, o quizás a la de dos porque el lunes, en un palio con aires macarenos, la Reina de las Mercedes volverá a regalarte su sonrisa y sus lágrimas serán el agüita que te den de beber. Pero ese lunes, unas manos no podrán tocarte, no podrán cogerte, no podrán acunarte…esas manos van atadas por amor, y cuando crezcas, querrás desatarlas para darle la tuya, para que no esté solo, para que no esté Cautivo.
Y continuará el sueño pequeña María y no querremos que el día acabe. Escucharás a mamá cantar que «A este barrio su nombre otorgó y de Mercedes nos vino a llenar», oirás hablar del Postigo, de Arfe, de Gamazo y del Palquillo. Oirás quejarse de los rectores de la Universidad y recordar el cariño con el que siempre nos ha acogido la Hermandad de los Estudiantes.
Cuando la noche caiga y quizás tú duermas en tu cuna, las saetas sonarán desde la Torre Norte y el mar de capas negras regresarán a casa sabiendo cumplida, un año más, la Estación de Penitencia.
Conocerás al Cerro, conocerás a la Sed, quizás puedas ir al torero barrio del Arenal, pero mamá esperará nerviosa al Jueves, uno de esos tres jueves del año que relucen más que el sol, porque Dios hecho madera cargará su cruz y otra Merced acompañará sus pasos. Mamá tal vez no pueda llevar su túnica de ruán negro, pero qué mejor motivo que tenerte a su lado.
Y esa noche, dos Esperanzas, de orilla a orilla velarán por tus sueños. Porque si Triana te regalará una nana, por la Macarena, un verde manto camaronero te cubrirá para quitarte el frío de la noche. Y Jesús, en su Gran Poder, será un Gitano que cruza Sevilla hacia el Calvario. 
Hoy quiero regalarte ese sueño, María. Un sueño que en una semana nos llevará a la calle Castilla, donde un gitano de la cava mirará a su cielo: «perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen». Mi sueño, nuestro sueño, nos llevará ante un misterio de traslado al sepulcro, de una Mortaja acompañada por dieciocho ciriales y oirás entre risas a alguien decir: «¿quién te lo iba a ti a decir, Serafín?».
Quiero regalarte el sueño que por Santa Isabel vestirá al sábado de Servita y quiero regalarte el sueño de un domingo radiante, de un domingo en el que la torre alta repicará a gloria mientras clarines maestrantes anuncian en el coso taurino que se cumplió la promesa, que Cristo resucitó en Sevilla porque en Sevilla Cristo nunca muere, porque en Sevilla Cristo sólo duerme, porque Sevilla jamás lo abandona, ni lo desprecia, ni lo abofetea… porque Sevilla es el inicio del sueño, un sueño de una semana, una quimera de capirotes, de incienso y de torrijas, una historia de Pasión, de Amor y de Esperanza, un sueño como el que hace 10 meses comenzó en tu casa y que jamás terminará porque si Sevilla es el sueño de María Santísima, tú, María, eres el sueño que la Virgen nos regala.

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