He decidido escribir

Hoy me he levantado con la firme voluntad de escribir y aquí estoy.

Ayer necesitaba vomitar un texto y lo escribí, más de trescientas palabras en word que, después de terminadas, se fueron al limbo informático cuando el programa me preguntó si quería guardar los cambios y yo le dije que no.

En aquel medio folio con interlineado sencillo y fuente calibri a tamaño 11 decía que estaba sufriendo lo que yo llamo «síndrome de la hoja en blanco inversa». No le tengo miedo a la hoja vacía por falta de ideas, no. Justo al revés. Tengo varias ideas y lo que me da miedo es sentarme a ponerlas en el papel.

Reflexionando un poco, llegué a una primera conclusión. Tengo al síndrome de la impostora haciendo de las suyas. Otra vez. Un dejá vù.

El bloqueo parte de una voz que me dice que para qué quiero poner por escrito la historia que ronda mi cabeza si a nadie le interesa. Quienes lo lean van a fingir que les gusta por no hacerme daño. Pero la realidad es que no sirve para nada perder mi tiempo escribiendo. Mejor leer lo que otros hicieron. Incluso mejor hacer una limpieza general que es mucho más productivo.

Y no sé quién tendrá razón, porque no soy capaz de replicar a la voz. Simplemente olvido los cachivaches de escritura en cualquier mueble y a otra cosa, mariposa.

En fin. Me voy a poner a hacer otra cosa porque escribir, ya he escrito y la voz sigue ahí, chillándome para que no le de al botón de publicar.

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