Sentí su presencia mientras que estaba tecleando en mi ordenador.
Escuché su ruido característico, metálico, agudo…como una canción que anuncia algo más que su llegada. Siempre me dijeron que su sonido avisaba lluvia porque arreglaban paraguas y quizás por eso siempre pensé que los afiladores sólo trabajaban en otoño/invierno, pero ya no se arreglan paraguas y la lluvia nos suele pillar desprevenidos. Serán cosas del cambio climático.
Me asomé a la ventana para verlo pasar. Primero apareció una rueda de la vieja vespino y detrás, tiraba de ella su no menos viejo propietario, descamisado y con sus greñas sudorosas teñidas de blanco, cargando sobre sus hombros el leve peso de la motillo y el gran peso de los años y el desamparo, andando lento, tocando su flauta como un Dios Pan del Siglo XXI y esperaba con su estridente sonido que alguien acudiera a él, blandiendo sus cuchillos, como si se acercaran a la fragua de vulcano.
Pero nadie lo hizo, ya nadie afila sus cuchillos, debe ser que está pasado de moda o que son tan low cost que preferimos tirarlos antes que darles una segunda oportunidad…o tal vez prefiramos tenerlos embotados quién sabe con qué diabólica intención. O quizás fuera porque los pocos que quedaban en casa ese día y a esa hora, habían gastado las pilas de sus aparatos auditivos.
Tocó y tocó, como el Flautista en Hamelin pero en el mediodía estival, hasta las ratas buscan el amparo del aire acondicionado, el mismo aire frío que llevaba alojado el afilador en su estómago y que no había chispa de su piedra de afilar que pudiera calentarlo. Y siguió andando y tocando…andando y tocando…andando…tocando…
El sonido del chiflo se fue desvaneciendo mientras yo volvía a mi ordenador que lucía su pantalla en negro, cosas del ahorro energético. Entonces busqué “afilador” en Wikipedia…dicen que ya no lo hay en países desarrollados, tal vez en algunos en vía de desarrollo…qué jodía Wikipedia, cómo sabía que seguíamos en crisis.
Qué nostálgico…
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Un poco si, nos dejamos ir tantas cosas…
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En mi calle se sigue escuchando de Pascuas a Ramos. La verdad que es un sonido que invita al recuerdo
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