Una cita a ciegas, voy a matar a Marga. Pero es que, además, esta vez es literal, a ciegas. Ya sé que su intención es buena, dice que estoy demasiado sola, pero dejarme aquí, dónde quiera que esté, con los ojos vendados, no creo que sea la mejor de las ideas para encontrar a mi alma gemela.
Me ha dicho que andara. Pero a los pocos pasos me he chocado con un tipo que ha empezado a manosearme las tetas sin hablar siquiera. Bonita forma de comenzar, ni un hola. En otras circunstancias mi feminismo le habría cruzado la cara, ¿qué clase de pervertido va tocando tetas de desconocidas? pero, después de la botella de vino que me he tomado mientras me preparaba, de perdidos al río.
Voy a empezar por el paquete. Podría soportar que fuera feo pero no desmembrado.