Mueves el café con ritmo mientras me sonríes pícaro entre el humillo que desprenden nuestras tazas.
Sorbo a sorbo me confías tu secreto: eres un mago y has venido a hacerme un truco. Tus cartas desnudan mis sentidos, tus pañuelos anudan mis defensas y, cuando el último sorbo asoma en la taza, tu sortilegio ha conquistado mi alma.
Me entrego a ti sabiendo que me lanzarás cuchillos. Sonrío esperando que encuentres mi moneda. Desaparezco entre chispas para aparecer como un conejito en tu chistera.
Sólo quedan posos en las tazas, tu varita ha vuelto a su caja, el show cafetero ha terminado.