Cerrar puertas…Abrir ventanas

Aquel día crucé por última vez aquella puerta con lo poco que tenía en dos bolsas de plástico y una gran sonrisa en la cara. No hubo lágrimas, no quedaban más, las había llorado todas en mis años allí. No hubo tristeza ni miedo al futuro, sólo serenidad. Llovía pero no abrí el paraguas, dejé que las gotas cayeran sobre mí y arrastraran las miserias acumuladas.

Sabía, desde el momento que pisé la calle, que a partir de aquel momento yo sería la culpable, la mala de una película que se había repetido durante demasiado tiempo en la pantalla de mi vida. Pero daba igual. Ya habían dicho casi todo, habían inventado cuanto habían querido y, sin embargo, la verdad sólo la sabía yo. Qué más me daba a mi una mentira más o una mentira menos si, total, no las iba a escuchar.

Tan sólo tuve que firmar un triste papel para recibir los últimos besos de Judas. No tuve dudas de que muchos conocían el destino y que, incluso, se habían pasado años vendiéndome por menos monedas que las bíblicas. Demasiadas cabezas agachadas, demasiadas escusas vacías.

Y después, la calma. Recuperar la salud y la dignidad sólo fue cuestión de tiempo: se acabó la ansiedad, la tiré a la basura junto con los ansiolíticos; el pelo volvió a lucir y la piel a brillar; se acabaron las ojeras…Las humillaciones, los ninguneos, la anulación sólo habían conseguido enseñarme qué camino no iba a volver a tomar, hacerme más fuerte. Volvió la ilusión, volví a creer en mi talento y volví a sentir fuerzas para luchar y para vivir. He vuelto a ser feliz, ya no creo que tenga derecho a ello sino que tengo la obligación de serlo.

Hay quién me ha dicho que aquellos eventos considerados por la sociedad como malos pueden ser lo mejor que a una persona le puede pasar. Y así ha sido.

¿Qué hay después de la tempestad? Recuperar el tiempo perdido, sonreír, disfrutar de lo pequeño, de lo que estuvo oculto demasiado tiempo. Un recuerdo en el alma y en la piel para que no volver a olvidar quién soy, qué soy. Después de la tempestad, sólo queda VIVIR.

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