La obsesión de Rich por la música había alcanzado su punto álgido el día que lo despidieron de la sinfónica. Lo acompañé mientras recogía sus cosas y me confesó que ya no necesitaría más orquestas ni instrumentos, ahora la música sonaría sólo para él.
Me estremecí al verlo tan fuera de sus casillas. Él, galardonado como el director de orquesta más joven de la historia, capaz de completar partituras inacabadas de grandes genios, se estaba convirtiendo en un desquiciado que pretendía robar toda la música del mundo para oírla sólo él…o eso creí entender de sus inconexas palabras.
Rich me pidió que lo acompañara a su cita médica, necesitaba a alguien de confianza por si algo salía mal. Acepté. No podía sospechar que se había ofrecido como conejo de indias para el, más que dudoso, experimento de implantarse unos cascos en los oídos de forma que podría oír música en todo momento sin necesidad de llevar encima ningún dispositivo.
Pobre Rich. Cuando salió de quirófano ya no era el mismo. Ahora la música sonaba desde quién sabe dónde en su cabeza pero nadie le había hablado de los efectos secundarios: ni oía el resto de sonidos del mundo así que sólo me veía mover los labios sin entender lo que le decía; ni podía elegir las melodías que lo acompañarían, los sones electro-latinos habían acabado para siempre con el que, en otros tiempos fue llamado el Mozart del siglo XXI.
Hola. Vengo del blog de David Rubio. He leído tu relato. Lo encuentro muy interesante y bien llevado. Das cuentas de un hecho: todas las obsesiones son malas. Me ha gustado. Te deseo mucha suerte y te dejo un abrazo.
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Muchas gracias Vivian. Estoy recibiendo clases y me está haciendo darle muchos enfoque diferentes.
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Pronto habrá mucha más gente con dispositivos de todo tipo integrados. Es el progreso. Tocas un tema interesante y controvertido. Buen relato, Bea, felicidades y mucha suerte en el concurso!! Un abrazo.
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Gracias Pilar. A mi esas cosas me dan un poco de miedo, el avance no siempre es bueno. Un abrazo.
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Hola Beatriz. Me ha encantado esta pequeña historia, muy bien contada, de la tragedia del músico. En cuatro párrafos eres capaz de desarrollar el argumento, cumpliendo con los requisitos del cuento: presentación, desarrollo y desenlace. Un placer leerte. Te deseo la mejor de las suertes para el concurso del Tintero.
Ariel
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¡Muchísimas gracias! Este concurso me está ayudando a mejorar, es importante no sólo escribir sino leer mucho y, desde luego, con vosotros se aprende. Mucha suerte para ti también. Un abrazo.
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Me ha gustado y sorprendido el final; pensaba que irías por otros derroteros.
Muchas veces, dan ganas de implantarse algo para no escuchar tantas barbaridades, pero creo que es mejor ejercer la libertad y desde ahí elegir. Un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario. Me alegra haberte «despistado» con el final. Un abrazo.
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¡Hola Beatriz! has escrito sobre un tema de estos tiempos modernos. Ya se habla de chips que se insertarán en diferentes partes del cuerpo. ¡Qué impresionante! Un final en el que se mezclan la tristeza y la sorpresa. Me ha gustado mucho. Un abrazo Beatriz.
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Gracias Mirta, me he basado en una noticia real. Es muy sorprendente a donde puede llegar la tecnología. Un abrazo.
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Que bien describes la la obsesión de ese” músico. En la realidad de la vida las obsesiones pueden derivar en depresión y acabar en tragedia.
Gracias por compartir.
M.J.D.
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Muchas gracias por tu comentario María José.
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Hola Beatriz, que curioso final, “cascos integrados”, solo que ahora va a escuchar todo lo que le pongan y no escuchar nada de lo que le dicen…muy ocurrente, una interesante historia, concisa, pero con un desenlace inesperado. Un abrazo
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¡Pue vaya put… para el pobre! Un exquisito melómano condenado a tal tortura. Dicen que los genios creativos tienen que tener un punto de locura para salirse de los parámetros de la normalidad, pero a Rich se le fue la cabeza del todo.
No, en serio Beatriz, un corto con un final sorprendente, como nos tienes acostumbrados y como corresponde, y además hay cierta crítica a la tecnología mal aplicada, a muchos conozco yo que están todo el día enchufaos del móvil, las redes sociales… y con un trato personal con muchas carencias sociales.
Un abrazo compañera.
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Muchísimas gracias por tu comentario, Tirma. Las tecnologías pueden ayudar pero, en ciertas ocasiones, el progreso se nos va de las manos.
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Hay que tener mucho cuidado con las obsesiones pues puede, como a Rich, pueden alejarnos para siempre de la realidad, y si encima es la música electro-latina la banda sonora de ese mundo paralelo… ¡Qué tragedia!
Buen relato, Beatriz. Te deseo mucha suerte en el concurso.
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Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
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Hola Beatriz vengo de la mano de David Rubio y es la primera vez que leo un relato tuyo. Has llevado esta corta historia a unos derroteros muy trágicos y con un final sorprendente. Muy bien escrito. ¡Suerte en el concurso! Un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario Mamen.
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Si es que la locura puede llevarnos a extremos insospechados, en este caso locura enfermiza por la música. Y sin embargo algo tiene la música que efectivamente nos vuelve un poco locos, difícil vivir sin ella. Un saludo Beita.
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Imposible vivir sin música. Gracias por tu comentario, Jorge. Un abrazo.
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¡Qué original, Beatriz! Me ha resultado un relato la mar de ocurrente, algo a mitad camino entre lo real y lo surrealista.
Te deseo mucha suerte en el concurso El Tintero de Oro (por eso vengo).
Un saludo.
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Muchas gracias Chelo, te deseo también suerte en el concurso. Un saludo.
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se viene la tecnología galopando fuerte …mientras no nos pase lo mismo que al músico
Suerte en e concurso
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Una obsesión que terminó arruinando su carrera como músico, y además ya no pudo distinguir otra clase de sonidos. Muy buena la narracion y la ambientación, me gusto el final imprevisible. !Suerte en el concurso!
Saludo!
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Muchas gracias por tu comentario 😊😊
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Gracias, Beatriz, por participar en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
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Hola Beatriz, es un relato agradable con un toque entre irónico y demoledor al final. Lo de los sones electro-latinos es de antología . Te felicito. Relato para puntuar sin duda. Nos vemos en la gala de las galaxias😉
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Muchas gracias Don, me gusta dar algún punto cómico a mis relatos y, para este músico chiflado, los sones electro-latinos vienen como anillo al dedo.
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Hola, Beatriz. Me gustó tu relato y cómo plasmaste la tragedia que supone un obsesión llevada al extremo. Suerte en el concurso. Dices que estás empezando y ya se ve que vas por buen camino. Un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario Mar. Un saludo.
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Muy bueno, Beatriz.
La locura a veces nos hace no medir las consecuencias de nuestras decisiones. Y para este músico se convirtió en su perdición. Gran lección.
Suerte en el concurso.
Un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
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Mal asunto el de las obsesiones, amiga Beatriz, pero tú has descrito una con elegancia y si necesidad de utilizar muchas palabras. Gracias por compartir tu texto.
Te deseo mucha suerte en el “Tintero”.
Un abrazo.
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Muchísimas gracias por tu comentario, Patxi. Las obsesiones acaban con el talento sin duda. Un saludo.
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24 horas al día de reggetton???? No se lo deseo ni a mi peor enemigo… Hay derrotas que cuesta aceptar.
Un abrazo
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Gracias David, no hay nada peor para un virtuoso que el reggeaton. Un abrazo.
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Hola Beatriz, lo que cuentas en este relato es algo que en algún momento en el tiempo no muy lejano de hoy día se podrá realizar, pero tendrá que ser mas perfeccionado el invento ya que como pasa en tu historia los efectos secundarios son importantes.
Un abrazo y suerte en el concurso
Puri
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Muchas gracias por tu comentario, Puri. De hecho me he inspirado en una noticia del periódico. Un saludo.
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Terrible final para un amante de la música clásica, sin duda. Quizás su desesperación lo llevó a dar por ciertas cosas no comprobadas, como que sonaría en su cabeza la música que él amaba…
Muy original, Beatriz. ¡Mucha suerte en el concurso!
Un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario, Julia. Un abrazo.
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