Quizás al leer el título algunos penséis que voy a recordar carnavales pasado, pero no. Carnavalera por la gracia de mi amiga Macarena desde hace ya más de 20 años, lo cierto es que soy todavía más «Arista» que coplera. Qué le vamos a hacer, a cada uno le gusta lo que le gusta.
Pero no, no he venido a hablaros de carnavales. Hoy he venido a declararme una Perra Andaluza.
Aquel año volvía a esperar con ganas la actuación de la comparsa de Antonio Martínez Ares porque cada año logra sorprenderme, pegarme pellizcos en el alma y demostrarme que esto va mucho más allá de unas risas y unas rimas. No me defraudó y me ha hecho, desde entonces, dar un paso adelante y gritar fuerte ¡soy una Perra Andaluza!
Sí señores, soy una perra andaluza de esas que no entienden al hablar de Despeñaperros para arriba. Pero tengo el dialecto más bonito del mundo porque hablo un castellano de familia y amigos, cargado de un léxico inigualable fruto de la mezcla de lenguas. Hablo la herencia de Séneca, de Averroes, de Bécquer, de Antonio Machado, de Lorca, de Aleixandre…¡Yo ladro en andaluz!
Soy una perra andaluza, una bufona. Y, sin embargo, no sé contar chistes, tengo un sentido del humor complicado y no me gusta ni que se rían de mí ni reirme de nadie.
Soy una perra andaluza, de las que vive su catetismo en forma de procesiones. Y, sin embargo, soy una persona orgullosa de vivir su fe de cara al público, de decir que Dios y su Madre me sirven de consuelo y de alegría. Soy una perra andaluza de creencias irracionales y pueblerinas, pero son mis creencias, las de los míos, ni mejores ni peores que las de los demás…si me dices que no crees en nada, tampoco iré a gruñirte.
Soy una perra andaluza, una sin cultura. Y, sin embargo, tengo el orgullo de decir que mis padres se partieron el lomo para que hoy tenga los estudios que tengo. Pero sigo siendo una perra andaluza, una de las que se rasca las pulgas leyendo, viajando, charlando de todo con mis amigos, perros andaluces, cargados de pulgas curiosas como las mías.
Soy una perra andaluza, de subsidios del campo y PER en barra de bar. Pero no se me caen los anillos de decir que mi familia viene del campo y de la mina. Soy una perra andaluza forjada con jara y pirita.
Soy una perra andaluza, una floja. Está claro que si no trabajara sería por gusto, no como el resto del país que si no trabaja es por la crisis. Aquí se vive muy bien viendo como se consumen los días sin una oportunidad (ni aquí ni allí porque ya se sabe, en Andalucía no hay y fuera no nos quieren) por más puertas a las que llamemos o por más que nos esforcemos en seguir mejorando. Aquí no se estudia, se matan las horas entre juerga y juerga.
Soy una perra andaluza, vivo de fiesta. De hecho todos lo vivimos. Las ciudades enteras cierran y se quedan desiertas en la Feria y en el Rocío. En casa voy todo el día en traje de flamenca y, cuando salgo a la calle, me planto el capirote o la mantilla, según se tercie. No he elegido cómo gastar mis días de vacaciones, no me hace falta, aquí sólo hay días festivos.
Soy una perra andaluza…y me da igual lo que penséis arriba. Pero soy una perra que saca dientes, que pelea, que gruñe y que no se conforma con el plato de pienso que le quieran regalar. Seguiré quitándome las pulgas de encima y peleando. No soy vuestra bufona, tiendo a ser malaje. No soy probadora de colchones, la vida es demasiado bonita para vivirla en el sofá. No soy vuestra súbdita ni os debo nada, mis manos me bastan y me sobran. Pero no me toquéis las palmas, que al final, muerdo.
Ladran…luego cabalgamos.
(Si queréis ver mi inspiración, aquí os dejo el vídeo de El Perro Andaluz, comparsa de Antonio Martínez Ares).