Se equivocó al pedirle a Felipe en su carta limas para la cárcel. No recordó que su hermano era corto de entendederas hasta que fue demasiado tarde.
Sigue entre rejas pero cada mañana recibe un canasto de verdes frutos y, una vez por semana, una botella de ron entre las faldas de alguna moza.
Sus mojitos tienen fama en la penitenciaria.