Vía Dolorosa VII. Victoria

Hoy vuelvo a sentir el alma azotada. 

Las horas pasan, los días siguen…al final, como versa el juglar, la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. El cielo es un reflejo de los sentimientos. Gris. Las nubes esconden su azul y vuelven nuestros ojos un valle de lágrimas. Negro destino, ¿cómo puedo encontrar consuelo?, ¿cómo puedo consolar a los míos? Desde arriba, los ángeles me repiten su eterna plegaria: a Dios, por María.

Mi corazón late al ritmo fúnebre del tambor. Siento que mi cuerpo es mecido por la incertidumbre y se balancea al límite insospechados de las fuerzas. De mis fuerzas. De Tus Fuerzas envueltas en blanco sudario. ¿No puede pasar este cáliz? No, así sea, sobre mis hombros cargo la cruz que nos dejas y arrastro mis pies por tu pasión. 

El luto no se viste de chantilly. La pena se enrosca entre nuestros dedos como un rosario. Parece lejana la victoria, pero llegará, como el tercer día.  

Es jueves. Santo. Consumatum est.

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